Los tratamientos estéticos evolucionan a causa de grandes avances y descubrimientos, pero hoy nos encontramos ante uno que es casi fruto de la casualidad. Fue durante una vendimia en 1993 cuando los empresarios se disponían a tirar las pepitas de la uva mostrada cuando un asistente, que era farmacéutico les dijo que estaban desperdiciando un gran tesoro. Satisfaciendo la curiosidad de los allí presentes, el profesor explicó que contienen polifenoles, un activo inigualable para proteger la piel contra los radicales libres.
A partir de ese momento, se dispusieron a realizar los experimentos y procedimientos adecuados para dar con fórmulas que contuvieran este rico tesoro presente en las pepitas de las uvas. Así es como nacieron los tratamientos antiedad con vinoterapia. Los beneficios de esta novedosa terapia (se van a cumplir 20 años de aquella anécdota) son notorios gracias al resveratrol y la viniferina. El resveratrol aumenta en un 160% la longevidad de las células, y el espesor de la epidermis se duplica a partir de los 60 días.
Por su parte, la viniferina controla la tirosinasa, responsable del exceso de producción de melanina, causante de la aparición de manchas. La primera marca que puso en el mercado cosmético una línea de tratamientos antiedad con vinoterapia fue Caudalíe, y sus excelencias son admiradas por numerosas celebrities, ya que ofrece unos resultados espectaculares sobre la longevidad celular. Nunca antes podíamos imaginar que la pepita de la uva podría ofrecernos una piel más lisa, firme y luminosa, y por lo tanto, más joven.
Como suele ser habitual en este tipo de descubrimientos, la vinoterapia ya está presente también en numerosos spas donde pueden realizarte diversos tratamientos, tanto faciales como corporales. Masajes, mascarillas o baños son los más destacados y demandados por un público cada vez más dispuesto a encontrar en el placer los mejores resultados para su piel.