A la hora de maquillarnos tenemos diversos estilos dónde elegir, así como también lo haremos en función del evento al que acudamos y del tiempo que tengamos para hacerlo. Lo que está claro es que en cualquiera de esos casos hay un elemento que nunca puede faltar en nuestro maquillaje y no es otro que la máscara de pestañas, un artículo considerado imprescindible para conseguir que nuestra mirada nunca se muestre apagada.
En los últimos años el mercado de la cosmética ha vivido una verdadera revolución y no podía ser menos en el sector del rímel, uno de los que más investigaciones y modificaciones ha sufrido desde que nació aquel inicial a modo de pequeño cepillito de dientes con el que recogías el producto de un pequeño tubo dispensador. A partir de ese momento nacen los aplicadores y su incursión en el mercado consta de diversos modelos que hoy pasaremos a describir.
Los diferentes tipos de aplicadores de rímel no están sujetos a modas ni caprichos sino a atender las necesidades específicas de cada tipo de pestaña y del efecto que quieras causar en diferentes momentos del día. Así nos encontramos el cepillo clásico, estrecho y tupido, con cerdas de tamaño medio que se utiliza para definir las pestañas respetando su aspecto natural. Con un cepillo más grueso conseguirás dar volumen y densidad, mientras que con uno curvo rizarás y maquillarás las pestañas de una sola pasada.
Para una longitud total hay aplicadores de apariencia engomada que son muy flexibles, con pocas cerdas y muy coritas, lo que te permite atrapar las pestañas desde la raíz y levantarlas. Lo último en aplicadores para rímeles llegó en 2008 con la presentación de un cepillo esférico y muy pequeñito que te permite maquillar las pestañas una a una, incluyendo las más pequeñas de los extremos.