Scarlett Johansson es una de las mujeres más deseadas del momento. De poca estatura, nariz respingona y complexión bastante menuda, parece no reunir las características que más atraen a los hombres; entonces, ¿dónde radica su éxito? En su sensualidad. Para mí es un claro ejemplo de lo que puede llegar a conseguir una mujer que se sabe sacar partido, hasta el punto de ser la primera actriz, después de tantas décadas, en ser considerada como la “nueva Marilyn”.
Vamos a analizar los pasos que la llevan a un resultado tan espectacular como el de esta fotografía. Primero, me fijo en su piel, en el tono tan pálido del que siempre huimos. En su caso, lejos de intentar subir color con polvos de sol o bases oscuras, convierte esa palidez en su aliada ideal para crear un lienzo perfecto sobre el que destacar otros puntos de atención. Su piel blanca crea un halo de misterio, inocencia e ingenuidad, algo que ella aprovecha a la perfección.
Su pelo, rubio o pelirrojo, casará perfectamente con este look. Si os fijáis, conserva el tono natural de sus cejas, arregladas con el exitoso y actual estilo eyebrownmanía, lo que rompe la inocencia inicial y le da un punto de sofisticación y originalidad. Así mismo, refuerza el misterio de su mirada con el toque justo de eyeliner, almendrando así unos ojos que, en principio, son más redondos. Tonos muy tenues de gris oscuro y marrón, mezclados en el total del párpado móvil y no móvil.
No tiene una boca grande ni lo pretende, pero sí gruesa, y ahí es donde juega fuerte, destacando más su grosor natural y no perfilando en exceso para obtener un tamaño que no es el suyo. Tonos pasión, pero comedidos. Scarlett juega a mezclar la ingenuidad con la sofisticación, y ese misterio es el que la hace tan deseable.