El iluminador. Ese gran desconocido y que todas utilizamos, pero, ¿lo estás aplicando correctamente? Este producto de maquillaje busca, como su propio nombre indica, dar más luz a tu rostro; además, sirve para disimular las imperfecciones de la piel, los signos de cansancio y las líneas de expresión. Ojo, no es un corrector ni una base y, por eso, su aplicación debe ser la adecuada para que el resultado sea el esperado. Vamos a ver los consejos básicos sobre cómo aplicar el iluminador y conseguir brillar con luz propia.
¿Cuándo se pone?
Según apuntan los expertos en maquillaje, el iluminador ha de ponerse después de la base y antes de los polvos compactos.
¿Dónde se aplica?
Es recomendable poner el iluminador en distintas zonas para aportar una luminosidad uniforme. Estas son el lagrimal exterior, para que no nos fijemos en las ojeras; en la nariz y la barbilla, para resaltar y afinar estas zonas, y en el centro de la frente y en los arcos de las cejas, con el objetivo de levantar los párpados, suavizar la expresión y aportar luminosidad a todo el conjunto de la cara. Para disimular los signos de cansancio date un toque en la parte más alta del pómulo.
¿Dónde no debe ponerse?
Como te comentaba, el iluminador no es un corrector por lo tanto no lo usaremos para tapar imperfecciones muy marcadas como arrugas, ojeras o manchas, porque sólo conseguirás enfatizarlas.
El color
El iluminador debe tener el mismo tono que tenga tu piel. Si no es así, una vez más, lo que ocurrirá es que se marquen todavía más las imperfecciones que quieres disimular.
Las texturas
Existen diferentes tipos de iluminadores, los más cómodos son los líquidos aunque pueden engrasar la piel, en ese caso, para pieles grasas, los que son en polvo funcionan mejor. También hay en formato lápiz que te darán mayor precisión durante la aplicación, o en gel, muy fáciles de usar y perfectos para todo tipo de pieles.