Poco más de una semana tuvimos que esperar para que llegara la octava jornada del Festival de Cine de Toronto, momento en el Penélope Cruz era la encargada de presentar “Twice born”, su último trabajo cinematográfico. Una producción que cuenta con la participación de España e Italia, en la que nuestra actriz más internacional comparte cartel con Adnan Haskovic, Emile Hirsch y Saadet Aksoy.
De todos ellos, Penélope era la protagonista indiscutible en este evento, ya que era una de las más esperadas tanto por el público como por la prensa. En esta ocasión optó por lucir un modelo de Versace que causó sensación, aunque personalmente he de decir que no es el tipo de corte que mejor le sienta. El vestido lleva una pronunciadísima raja, que es última tendencia entre celebrities, pero Penélope no tiene altura ni cuerpo para lucirlo. En ninguna imagen podemos verla estilizada.
Dicho esto, pasemos al maquillaje que es lo que nos ocupa. Sorprendentemente, Penélope lució una imagen nada habitual en ella, un batiburrillo de errores de principianta o persona muy poco mañosa. Una técnica que nada tiene que ver con el maquillaje que lució en la nueva campaña de Tresor, ocasión en la que se mantuvo fiel a su estilo más personal. Su rostro reflejaba cansancio y el cutis mostraba el exceso de brillos típicos de pieles grasas, por lo que la base utilizada no fue la correcta.
Una grasa que también se podía apreciar en sus párpados desnudos, quizá por ello se apreciaban trazos de lápiz negro que se habían corrido. En los labios llevaba un perfilado espantoso, realizado con un perfilador muy grueso color caramelo, que aún destacaba más al mantener en el labio el tono rosado natural. Un desastre tan grande como el modo en que le aplicaron el colorete: brochazos indiscriminados que no guardaban simetría entre ambos lados y que en la zona de la sien quedaron como unas antiestéticas manchas oscuras. Todo fatal.