Se acaba de celebrar una nueva edición de los Teen Choice Awards, unos premios en los que el público adolescente vota por sus artistas favoritos del mundo del cine, la música y la televisión. Una ocasión que convierte a la alfombra rosa del Hollywood & Highland Complex Central Cortyard de Los Ángeles en una pasarela donde todos los nominados lucen palmito, aunque no siempre con el mismo gusto y acierto.
Una de las personas que más llamó la atención fue Demi Lovato, presentadora del evento junto a Kevin McHale, actor de “Glee”. Además, Demi también estaba nominada en algunas categorías y finalmente se hizo con el galardón a la Cantante del verano (femenina) y otro como Mejor tuitstar del año. La mayoría de los premios recayeron en Justin Bieber (con 4 galardones) y Taylor Swift (la que más se llevó, 5 en total).
Pero la mayoría de las miradas que se centraban en Demi Lovato no fueron ni por ser la presentadora ni por alzarse con un par de premios. La razón no era otra que su estilismo en general, que no dejó a nadie sin opinión, ya fuera a favor o en contra. Un minivestido al que no le faltaba de nada entre gasas, pedrería, plumas y tachuelas. En mi opinión, un auténtico esperpento. Las sandalias de plataforma eran desproporcionadas para su altura, así como la coleta postiza que ocultó bajo una anchísima cinta negra más propia de un gimnasio.
Tampoco tuvo acierto con el maquillaje, ya que fallaron aspectos tan importantes como el tono de piel, que quería ser el claro que está tan de moda, pero que si eres morena te hace efecto máscara. Muy exagerado también el colorete, tanto en el color como en la extensión. Se salva únicamente el tono de labios, ya que uno tan natural es casi imposible que falle. A esta chica le falta personalidad (y un asesor, claro).