Finas y muy sensibles, las pieles claras son las que más tienden a estropearse a causa tanto de agentes internos como externos.
Precisamente por eso, las personas con este tipo de piel deben mantener unos cuidados constantes que garanticen que no se vea perjudicada y que mantenga ese precioso y saludable tono que pueden lucir las pieles de porcelana frente a las pieles más bronceadas.
Para empezar a cuidarla debes comprender los factores que más le afectan y aprender a combatirlos:
– Sol: Esta piel suele coincidir con los fototipos I y II, aquellos que más precauciones deben tomar en las exposiciones solares. De este modo, no solamente deberás utilizar una crema con un factor de protección muy alto en tus jornadas playeras sino que además deberás hacer de las cremas con protección uno de tus productos diarios; así conseguirás proteger tu piel de las quemaduras solares y además mantendrás en perfecto estado las fibras de colágeno y elastina.
Además, la exposición solar deberá ser muy gradual e ir siempre acompañada por los factores de protección más alto.
– Frío: De la misma forma que con el sol, los climas más fríos también afectan a estas pieles, que siendo menos grasas que las oscuras deben estar pendientes de la hidratación continuamente. Es importante que las cremas hidratantes sean las adecuadas a tu tipo de piel.
– Envejecimiento: La fragilidad y finura de la piel clara provoca que en ésta haya una mayor tendencia de aparición de arrugas (especialmente en el contorno de ojos y las comisuras de los labios) y de flacidez en el rostro a partir de los 25-30 años, por lo que es imprescindible que comiences cuanto antes a realizar tratamientos diarios en estas zonas para prevenirlos.
– Consejos de alimentación: La dieta es también fundamental en el aspecto de nuestro cutis. Si quieres mantener perfecto estado el colágeno de tu piel toma alimentos ricos en vitamina C y en proteínas (soja, huevos, lácteos y carne, entre otros).