Con la mayoría de edad empiezan a desaparecer granos, impurezas y brillos propios de la adolescencia. Al entrar en la década de los veinte, la piel se muestra en todo su esplendor, pero no por ello debes dejar de cuidarla. El error más frecuente a esta edad es pensar que la piel no necesita nada, puesto que «guarda en su memoria» todo maltrato dado y pronto pasará factura, y puede que ya sea tarde para ponerle remedio. El paso básico es la limpieza, incluso si no te maquillas. Decidir un tipo específico de limpiador es cuestión de gustos, ya sea leche, gel, jabones… debes notar que tu piel se siente confortable un par de minutos después de haberla limpiado.
Es muy importante que utilices una crema hidratante, aunque a esta edad conviene más que sea un tratamiento de día y no de noche, mucho mejor si tiene filtro solar, pues es la mejor manera de protegerte de futuras manchas en el rostro. Los filtros solares son importantísimos todos los meses del año, aunque no veas el sol, la radiación a través de las nubes también mancha la piel. Es muy difícil, aunque no improbable, que a esta edad tengas la piel seca; si éste es tu caso, sí que puedes optar por utilizar a mayores una crema de noche. Sabrás si la necesitas si por la mañana notas el cutis tirante o muy mate.
Por el contrario, si tienes la piel grasa, como suele ser habitual, te interesa un producto renovador, que contenga algún tipo de alfa o betahidroxiácidos. Estos activos provocan una suavísima descamación de la piel que ayuda a mantener los poros limpios y paliar las consecuencias de unas glándulas sebáceas hiperactivas. En cualquier caso, nunca trates de eliminar granitos ni espinillas, para ello tienes limpiadores y exfoliantes específicos, que evitarán que te queden marcas.