Las largas jornadas laborales, el estrés del día a día, los cambios de temperatura… son algunos de los factores que afectan a la piel y que se reflejan en el rostro, que va perdiendo hidratación y frescura conforme van pasando las horas del día. Y es una sensación que todavía se nota más al tener que llevar la mascarilla, sobre todo, si se pasan muchas horas con ella puesta. En todas estas situaciones, y siempre que se note esa sensación, se pueden adoptar una serie de medidas. Aquí te contamos algunos consejos.
Los trucos
Una de las mejores soluciones para refrescar el rostro es emplear las brumas o las aguas termales en spray. Estos productos tienen la particularidad de calmar e hidratar la piel del rostro. Una de sus ventajas es que se absorben muy rápidamente por lo que la mascarilla puede ponerse de nuevo nada más terminar la aplicación.
Otra alternativa es emplear cremas hidratantes con texturas más ligeras como las que son de tipo gel. Estas cremas también tienen una gran capacidad de hidratación, aunque a veces, por su textura, se pueda pensar lo contrario.
Si se está en casa, es posible recurrir a otras soluciones. Una de las más efectivas es el hielo, que tiene un poder refrescante inmediato. Poner unos cubitos de hielo envueltos en un paño y pasarlos por el rostro ayuda a refrescar el rostro. Y no solo eso. Igualmente, es un sistema muy efectivo para reafirmar la piel y reducir los poros dilatados.
Los masajeadores de cuarzo son otra opción –refrescan más si se guardan en la nevera-, así como las mascarillas de formato sheet o de tejido. Este producto se puede tener en el frigorífico, aportando una sensación de confort extra en el rostro al refrescarlo.
Y, para evitar la sensación de agobio y de falta de hidratación, otro buen consejo es no maquillarse en exceso. Además, en aquellos casos en los que se tiene la piel sensible, lo mejor es emplear limpiadores suaves –por ejemplo también en tipo gel-, y un tónico facial para hidratar y reequilibrar el rostro.
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