Valorada positivamente por unos y criticada por otros, la sauna es uno de esos tratamientos que nunca sabemos cómo evaluar realmente.
Sin embargo, los beneficios derivados de disfrutar de unos minutos de relax en este tipo decabinas son muchos y muy variados… Si te gustaría conocerlos atiende, porque te contamos algunas de sus principales ventajas para la belleza y la salud de las personas.
Existen dos tipos fundamentales de sauna: la sauna húmeda o baño turco y la sauna seca o finlandesa. Sea cual sea la que utilices, conseguirás beneficiarte de todo lo siguiente:
– La altísima temperatura (alrededor de los 90º) estimula el riego sanguíneo y la regeneración de las células, lo que puede aliviar algunas enfermedades cutáneas y respiratorias.
– La transpiración de la piel y la apertura de los poros permite que la piel elimine toxinas y se limpie en profundidad: expulsa algunos elementos perjudiciales como algunos metales pesados (mercurio, zinc, níquel, etc.) alcohol, nicotina, sodio, ácido sulfúrico y además combate el colesterol. No obstante, también elimina minerales positivos que podrás recuperar con bebidas isotónicas.
– La concentración del calor también beneficia al sistema cardiovascular, que a su vez favorece la circulación: esto evitará problemas de belleza tan comunes como la celulitis, la retención de líquidos, los tobillos hinchados y las piernas cargadas.
– Es una forma excelente de preparar a la piel para posteriores tratamientos, que resultarán más efectivos tras una sesión de sauna: los poros se abren, la piel expulsa la suciedad y las impurezas y queda perfectamente preparada para absorber y potenciar la efectividad de algunos de tus productos cosméticos como los hidratantes o anticelulíticos, por ejemplo.
No obstante, abusar de estas estancias de calor o hacerlo en unas condiciones de salud no aptas al tratamiento también puede traer graves consecuencias, así que lo mejor es informarse previamente.