Si te digo que hace años la gente no se hacía la manicura ni el día de su boda posiblemente te suene a ciencia ficción, pero así es ya que el arreglo personal de la mujer pasaba por aspectos puramente necesarios como el cortarse el pelo con cierta frecuencia y poco más. En este sentido el mundo de la estética es de los que más ha avanzado en el último siglo, ya que ahora podemos ver nuestras calles llenas de señoras correctamente arregladas.
Esta evolución afectó también a las manos y la manicura. Mientras años atrás la mujer sólo se ocupaba de cortarse las uñas, hoy nos encontramos con gran diversidad de técnicas y estilos que te ayudan a cuidar tanto manos como uñas, llegando a convertirse la manicura en un tratamiento casi de obligación semanal o quincenal. A consecuencia de ello nace un nuevo mercado que no deja de estar en expansión: las lacas de uñas.
Los primeros barnices que más éxito tuvieron fueron los rojos pasión con mucho brillo. Todas las mujeres querían las uñas espectaculares de las artistas más famosas que se empezaban a ver por la televisión en color. Conscientes de que una manicura perfecta pintada de rojo es casi imposible mantenerla siempre impecable, la industria pone en el mercado un colorido bastante más apagado, variado, pero que también proporciona brillo a la uña.
El boom de los esmaltes nacarados duró décadas. Tonos rosas, coral, marrones y granates, que lejos de ser mustios y apagado brillaban de un modo encantador. Pues bien, hoy se lleva una uña pintada a la que podrás aplicarle brillo añadido, pero nunca nácar. Los barnices de uñas nacarados se despiden tímidamente de las nuevas colecciones y quizá pueda quedar algún rezagado para seguir siendo lucido en manos de las abuelas.