Por lo general, cuando llega el verano, es cuando recibimos más visitas sobre todos los post que hemos publicado sobre diferentes métodos de depilación, y el lógico, puesto que es una época en la que mostramos el cuerpo más al descubierto, ya sea en la playa, o porque la ropa es más reducida. A pesar de ello, cada vez son más las mujeres que van escrupulosamente depiladas durante todo el año.
Recuerdo perfectamente la primera vez que me depilé, me lo hizo mi madre un verano de mi adolescencia. Transcurrido el tiempo estival, yo ya no pensé de nuevo en la depilación, y me extrañó cuando mi madre me ofreció unos retoques pasados los meses, a lo que yo medio me negué, diciéndole que “total, nadie me veía”. Al momento me respondió que nunca sabes lo que te puede pasar. A mí me dio un poco la risa, porque pensé que me hablaba de cosas de novios, pero ella, inocente, se refería a que podía tener cualquier accidente y acabar en un hospital.
Con el tiempo me confesó que esa era la mejor frase para convencerme, ya que yo enseguida me imaginé con una pierna rota, llena de pelos y delante de un médico que no podía creer lo que estaba viendo. Y le obedecí. Con los años me explicó que una mujer femenina siempre se cuida durante todo el año, y que lo hace para ella misma, para sentirse bien y para mejorar el estado de la piel.
Y como ocurre muchas veces, mi madre en esto (también) tenía razón. Depilarse cada mes es una rutina que te ayuda a eliminar las células muertas, y que también va haciendo que el bello se debilite hasta llegar a desaparecer en algunas zonas. La piel queda mucho más suave, absorbe mejor la loción que te aplicas después de la ducha y, además, “nunca sabes lo que puede pasar”.