Entre los diversos métodos de depilación que tenemos a nuestra disposición para poder depilarnos en casa, las máquinas depilatorias es uno de los que más se están utilizando. Lo primero que quiero destacar es la importancia entre la diferencia que hay entre máquina depilatoria y máquina afeitadora: su nombre describe bien la función de cada una de ellas, puesto que lo que hace una es afeitar, es decir, rasurar cortando el pelo sin extraer la raíz; mientras que la otra lo que hace es depilar, o sea, arrancar el pelo desde la raíz.
Esta diferencia es la que me lleva a recomendar siempre la depilatoria, puesto que en un par de pasadas has eliminado todo el vello de la zona deseada, gracias a su cabezal giratorio, compuesto por numerosas pinzas similares a las de depilar. Estas pincitas sujetan cada pelito, y lo arrancan en su totalidad, sin partirlo, por lo que tienes asegurado bastante tiempo de duración del depilado.
Es posible que las primeras máquinas de este tipo que salieron al mercado fueran un poco dolorosas, puesto que podían coger un poquito de piel y eso siempre resulta muy molesto. Con el tiempo, han ido perfeccionando la técnica, y el cabezal que ahora tienen impide que la pinza roce directamente la piel. Lo único que puede provocarte alguna molestia es si tienes el vello demasiado largo, si éste es tu caso, te aconsejo que lo recortes antes de utilizarla.
Los mismos avances que han mejorado el cabezal, ahora ofrecen también la posibilidad de que tu máquina depilatoria se cargue con una batería, y puedas utilizarla (lógicamente, sin cables) dentro de la ducha. Esta novedad me parece todo un acierto por 2 motivos principales: por un lado, la depilación es mucho más limpia, ya que todos los pelitos se retirarán con el agua; por otro lado, una duchita con agua caliente siempre es un estímulo para abrir los poros, por lo que la extracción es mucho más fácil.