Hubo un tiempo en el que las pelucas eran un producto que venían a sacarte del paso de una alopecia muy pronunciada o de calvicies derivadas de tratamientos farmacológicos importantes. En la actualidad, también hay razones estéticas para lucir peluca y ya forman parte de ese mundo de complementos capilares utilizados por mera decoración. Sea cual sea tu caso, debes saber que existen diferentes tipos de peluca, las de pelo sintético y las de pelo natural. Las naturales son más flexibles y puedes alisarlas, rizarlas, teñirlas e, incluso, realizar el corte de pelo que mejor se adecúe a tus facciones.
En cuanto a las pelucas de pelo sintético, es verdad que han sufrido una enorme evolución, y no tienen nada que ver con las de antaño, hasta el punto de que a veces es difícil distinguirlas de las naturales. Combinan la ligereza y facilidad de las fibras sintéticas con el realismo de las de pelo natural. Son más económicas, pero tendrás que elegir bien el modelo y color, porque luego ya no podrás realizar en ella ninguna variación técnica más allá del peinado. Ten en cuenta la materia, la textura, el color, el aspecto, la forma, etc., tienes una gran variedad, así que no te precipites ni la escojas a la ligera. No todas las pelucas quedan bien en todos los rostros.
Si eres de facciones cuadradas, te quedarán mejor las que tienen algo de rizo; para caras más redonditas, mira que te estreche un poco las mejillas; si tienes la cara más alargada, te favorecerán con flequillo. En cuanto a sus cuidados, las sintéticas se lavan con champú especial para tal uso y agua fría, y deberás dejarla secar, preferiblemente, sobre una cabeza de maniquí. Las de pelo natural se lavan con agua caliente, un champú suave y conviene peinarla bien antes del secado, para que recupere su forma natural.