Nada puede resultar más incómodo para una mujer que el hecho de tener un cuero cabelludo con caspa. Por un lado están los molestos picores continuos, y por el otro las antiestéticas motitas blancas que caen sobre los hombros y que a nadie nos gusta mostrar. Hoy hablaremos de este problema tan común para que puedas prevenirlo o tratarlo en caso de que lo padezcas. La base está en llevar un estilo de vida saludable y utilizar los tratamientos adecuados que te permitan disfrutar de un cuero cabelludo sano.
La caspa se produce por una excesiva descamación del cuero cabelludo. Por lo general, cada dos semanas sus células se renuevan de manera natural y se van eliminando en forma de diminutas escamas que son imperceptibles. En cambio hay ocasiones en las que ese proceso de renovación se produce con mayor celeridad, provocando que esas células muertas se vayan acumulando en pequeños montoncitos que terminan formando la caspa por no darles tiempo a ser eliminados.
Esto puede dar lugar a una caspa seca, que es la más común y la que cae sobre la ropa, o puede degenerar en caspa grasa, produciendo unas escamas amarillentas que se pegan tanto al pelo como al cuero cabelludo. En cualquier caso, los factores que más influyen en la proliferación de la caspa pueden ser: de tipo externo (como la humedad, aguas duras, productos agresivos, moldeados frecuentes o abuso del secador, etc.), así como otros de tipo interno (como una dieta pobre, estrés o desequilibrios hormonales).
Por ello es muy importante utilizar productos específicos que te ayuden a combatir la caspa. En concreto los champús anticaspa están formulados para inhibir la proliferación de los microorganismos que la provocan, así como también contienen agentes exfoliantes que te facilitan su eliminación. Es imprescindible que laves la cabeza con cierta regularidad, que dejes actuar el champú unos minutos, y que lo sigas utilizando a modo de tratamiento de prevención cuando hayas solucionado el problema.