En todos los años que he estado relacionada con el mundo de la estética, en mayor o menor medida, hay un detalle, con respecto al maquillaje que siempre me ha llamado la atención, y es la tendencia habitual a tener un único rímel para todas las ocasiones, como si de un perfume se tratara.
Por muy poco que se maquille una persona, lo más probable es que tenga una barra de diario y otra para noches y/u ocasiones especiales; así como también una sombrita neutra en plan natural y un juego de sombras para un maquillaje más completo; lo mismo ocurre, incluso, con las lacas de uñas; pero eso sí, máscara de pestañas, sólo una y para todo.
En mi opinión, este hecho es un error. Hubo un tiempo, hace años, en que a lo mejor tenía su lógica, ya que un rímel era rímel, nada más, si cambiaba en algo era que podía haberlo en negro o en marrón, pero la textura y función era siempre la misma.
En los últimos años, es tanto lo que ha avanzado el mundo de la cosmética, que puedes encontrar una gran variedad de máscaras de pestañas que cubrirán distintas necesidades y también te servirán, según para qué horario o qué tipo de evento sea al que vayas a acudir, y te puedo asegurar que, si pruebas algunos de ellos, verás que no es palabrería ni falsa publicidad.
En este sentido, yo tengo un par de máscaras de pestañas, que las trato, como si fuera un pantalón vaquero, para diario o para “salir”. Hay 2 tipos completamente diferenciados, por un lado, una máscara que te aporte longitud y algo de color durante el día, así como para las noches, un rímel con volumen de vértigo y con microfibras y pigmentos extra-black, que le darán una intensidad sublime a tu mirada. Haz la prueba y ya me dirás.