El 2012 ha sido un año muy importante para Lana del Rey, puesto que ha conseguido consagrarse en el panorama musical actual con su último trabajo, “Born to die”. Su actuación en el Sónar era una de las más esperadas por un séquito de fans que finalmente pudo disfrutar de su voz en directo, su puesta en escena y su gran complicidad con el público.
Lana del Rey eligió para esta ocasión un vestido de encaje en color crema por encima de la rodilla y ceñido a su cintura por un ancho cinturón dorado; un modelo cuya tela y patrón ya se vio mucho el pasado verano. Una elección que a mí personalmente me sorprendió bastante, puesto que la artista está considerada como una de las más seguidas también a nivel tendencias, y en esta aparición no estuvo a la altura. Tampoco me gustó el batiburrillo de ideas que mezcló a la hora de peinarse.
Una melena larguísima cuya intención era la de verse transportada a la época más hippy de los 60 y que solo consiguió una imagen global desastrosa. Las extensiones estaban fatalmente colocadas y permitían ver con total descaro donde termina su largo de pelo natural. Además, las puntas se cerraban en un bucle cuya forma en tirabuzón no pega para nada con este estilo. No acertó tampoco con la raya al lado, ya que este peinado la pide al medio sin otra opción.
Por si esto fuera poco, completó su look con un adorno en la cabeza que era una especie de diadema de plata envejecida con forma de serpiente. Todo sea que ahora la ponga de moda… En cuanto al maquillaje, poco que decir. Una base nada cubriente que dejaba a la vista múltiples imperfecciones y aspecto de sequedad. Por lo demás, sombras marrones y labios nude. Nada nuevo ni favorecedor, o a lo mejor es que el juego de luces tampoco ayudaba mucho.