Cuidados para unos labios sanos e hidratados


Somos muchas las que pensamos que lucir unos labios bonitos depende sólo de saber maquillarlos y de elegir un color que nos favorezca. Sin embargo, para lucir unos labios bonitos y seductores hay que ir mucho más allá.

Los labios son una de las partes más delicadas del rostro, pues su finísima piel no tiene glándulas sebáceas. Así, su sensibilidad hace que requieran unos cuidados por encima de cualquier otra parte del rostro, en especial durante los meses de invierno cuando el frío los ataca especialmente.

Para empezar, no olvides llevar un protector labial siempre en el bolso, pues deben ser hidratados como mínimo tres o cuatro veces al día. Si tienen tendencia a agrietarse, escoge aquellos que tengan aloe vera o alantoína para cicatrizar las grietas rápidamente.

Para protegerlos antes de que lleguen este tipo de problemas, lo mejor es hidratarlos con bálsamos que contengan glicerina, manteca de cacao, karité, o ceras o aceites humectantes. Empieza con buen pie cogiendo el hábito de hidratarlos por la mañana con un bálsamo hidratante (con o sin color) en el momento que te estás arreglando, cuando aplicas cremas o maquillaje en la piel.

En relación con lo anterior, tampoco somos conscientes de que los labios también son fotosensibles, ¿cuántas veces te has puesto protector solar en toda la cara y has olvidado la parte de los labios? Ellos también tienen melanina y necesitan protección; puedes comprar barras de labios que ya integran el SPF 15.

Por otra parte, muchas tenemos el hábito de exfoliar la piel del rostro, pero no lo hacemos con nuestros labios. Es fácil hacerlo: aplica una capa generosa de contorno labial sobre un cepillito y frota suavemente con él sobre tus labios durante unos minutos. Hazlo preferiblemente por la noche para que tus labios respiren; por la mañana notarás el cambio.

Si no quieres ayudar a que los labios se resequen, evita en la medida de lo posible factores externos que los dañan como el tabaco o la polución, aunque por supuesto este último no está en tu mano.

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