Supongo que a estas alturas la mayoría de la gente ya habrá oído hablar de la importancia de protegerse de los rayos ultravioletas para evitar quemaduras que no solo son molestas y antiestéticas, sino que también son muy perjudiciales para la salud. Pero es que nunca está de más que volvamos a recordar los consejos para tomar el sol sin quemarse que año tras año nos ofrecen los colectivos médicos a través de diversos medios de comunicación.
Esto es porque cada año se registra un mayor número de casos de cáncer de piel, por este motivo hay que tomar conciencia de que el bronceado es algo con lo que no podemos jugar. Ante todo está nuestra salud y la felicidad de quienes nos rodean, así que dejemos de ver la playa como ese sitio en el que ponernos morenísimas a costa de lo que sea.
Consejos fundamentales
En primer lugar, hay que empezar a tomar el sol en períodos cortos de tiempo y en los horarios en los que el sol pega con menos fuerza. Son muy peligrosas las horas centrales del día. Debemos utilizar siempre protección solar, y ésta debe aplicarse media hora antes de exponernos al sol, no cuando llegamos a la playa o piscina. Los primeros días hay que empezar con factores de protección solar altos, como mínimo de 30, y no debemos dejar de utilizarlos cuando ya estemos bronceadas. En todo caso, puedes ir bajando el nivel de protección.
Independientemente de que el producto indique que es resistente al agua, es conveniente aplicarlo después de bañarse. En todo caso, hay que repetir la aplicación al menos cada 2 horas, nos bañemos o no. Usa cantidades generosas y no dejes ninguna zona sin proteger, como los pies o las orejas. Pide ayuda para otras partes del cuerpo menos accesibles como la espalda. Muy importante también que no aproveches protectores de años anteriores, ya que después de un tiempo abiertos pierden su eficacia.