A estas alturas ya nos ha quedado claro que tanto en cosmética como en maquillaje el concepto de la luminosidad es tan importante o aún más que otros clásicos como las arrugas o el tono de piel. Tanto sérums como cremas y mascarillas faciales intentan aportar a tu cutis ese toque mágico de luz que ayude a mostrar un rostro radiante, imprescindible para el mejor efecto buena cara.
Del mismo modo, a la hora de maquillarte también puedes utilizar diferentes iluminadores, y dependiendo de su formato podrás emplearlos sobre distintos rasgos, influyendo así en el acabado que mostrará finalmente tu rostro. Lo que sí que es muy importante para que este resultado sea el esperado es que sepas aplicarlo correctamente, tanto en lo que respecta a textura, cantidad y manera de extenderlo, incluyendo colorido en algún caso. Hoy veremos cómo aplicar el iluminador líquido, un producto que podrás emplear a solas si no te maquillas o por debajo del maquillaje si sí lo haces.
Para empezar siempre debes partir de un cutis limpio, tonificado e hidratado. A continuación coge el pen (boli) y reparte una pequeña cantidad en los laterales de la nariz y bajo el párpado inferior. Repártelo uniformemente a pequeños toquecitos, asegurándote que queda bien extendido. Una pequeña dosis será suficiente en cada uno de los puntos, ya que el efecto luz llega a un tope que no se ve magnificado aunque pongas más cantidad. Si te excedes puedes dejar como resultado un aspecto pastoso.
Otro uso que podrás darle a tu iluminador líquido es para delinear el contorno de los labios, creando así un falso perfilado que servirá para evitar zonas oscuras en el área peribucal. El sistema sería el mismo que en los ojos y aletas de la nariz: con poca cantidad y leves toquecitos para extenderlo correctamente. Este producto apenas lo notarás, pero está formulado para que de manera inteligente la luz reflecte en las zonas de aplicación, ofreciendo así un rostro resplandeciente.