Si eres una asidua al maquillaje, seguro que también sabrás que conviene usar mascarillas faciales después para que la piel conserve todas sus propiedades y su estado natural. Puede que solo conozcas el tipo de mascarilla que usas asiduamente para exfoliar la piel o para hidratarla, pero lo cierto es que existen muchas más tipos y todos varían en función de los resultados que se quieran conseguir. En Maquilladas te los mostramos.
Las mascarillas más conocidas son aquellas que se quedan en la cara como si fueran una segunda piel. De hecho, una vez te la apliques sobre el rostro, no hace falta que la seques, aunque si quieres quedarte más tranquila, puedes hacerlo con agua.
Con efecto exfoliante
El otro tipo de mascarilla que te proponemos es el peel off. Son aquellas que se secan por evaporación, por lo que hasta que no se haya secado por completo, no ha hecho efecto sobre el rostro. Una de sus ventajas es que cuando se ha evaporado se queda solo una fina película sobre la piel y cuando vas a retirarla, realiza un efecto exfoliante sobre ésta dejándola fresca y limpia.
Para pieles grasas
Para las pieles grasas hay unas mascarillas que son en pasta. Este tipo de piel necesita de un remedio más consistente para atacar a los granitos y puntos negros que aparecen en zonas como la barbilla, la nariz o la frente. Se retiran con abundante agua tibia a la media hora de haberla aplicado.
Una completa hidratación
Para conseguir una completa hidratación de la piel, tendrás que comprarte una mascarilla con textura cremosa. Son aquellas que cuando las aplicas parece que te has puesto una máscara. No contienen agentes protectores de la piel, por lo que se aconseja usarlas por la noche antes de ir a la cama. Al tener una densidad mayor que otras mascarillas, tampoco es aconsejable emplearlas a diario. Con una vez por semana es suficiente.