Reparar la piel aportándole la hidratación y los nutrientes que pierde a lo largo del día es imprescindible para mantenerla sana y hermosa, algo que por suerte está a nuestro alcance gracias a la cantidad de cosméticos existentes en el mercado.
En este sentido, la crema de noche es uno de los productos que no pueden faltar entre tus básicos de belleza: renuevan las células, exfolian y aumentan la resistencia de la piel… En definitiva, ¡su uso se nota!
Este tipo de cremas cosméticas han sido pensadas para reestructurar la piel mientras dormimos (la piel absorbe mejor las propiedades del producto) ayudando a que se recupere de la jornada y preparándola para el estrés del día siguiente.
Aunque podamos pensar que son similares estas cremas se diferencian de las de día por varios motivos como por ejemplo una textura más sólida, por la falta de agentes de protección solar así como por una mayor cantidad de nutrientes y activos humectantes. De este modo, las cremas de día y de noche tienen objetivos y propiedades distintas y por tanto no deberían utilizarse indistintamente.
Como las de día, no obstante, deben ser escogidas teniendo en cuenta las características propias de cada persona (tipo de piel, imperfecciones a mejorar, etc.).
Algunos de los principales beneficios de utilizarlas son una mayor actividad y regeneración celular, un aumento de la capacidad de resistencia de la piel, la ralentización de la pérdida de agua en las capas de la piel e la relajación.
Debes aplicar la crema de noche con tu piel perfectamente limpia y seca, unos 10 minutos después de desmaquillarla con el fin de que se reestablezca el pH de la epidermis; extiéndela sobre el rostro con suaves masajes circulares para estimular la piel.