La mayoría de nosotras solemos hacer uso del colorete. Sin embargo, no todas somos conscientes de que dependiendo de dónde lo apliquemos o el color que usemos el efecto será diferente. Por tanto, tendremos que tener en cuenta una serie de factores. Por ejemplo, aunque hay mucho espacio para la variación, los tonos rosas son los mejores para la piel pálida y los albaricoques funcionan muy bien para el cutis medio. En cambio, para la piel oscura lo ideal son los rojos apagados.
Por otro lado, a las pieles que van de normal a seca, el colorete que mejor les sienta es el que viene en forma de crema, que da un aspecto muy natural y no seca. En cambio, para las pieles normales tirando a grasas, la fórmula idea es el colorete en polvo, que dura más y se diluye fácilmente. Si tu piel es bastante grasa, prueba los coloretes en gel.
En cuanto a las brochas, deberán acomodarse a la forma y al tamaño de tus mejillas. Además, lo ideal es que optes por las de pelo natural y que utilices los dedos para los coloretes en gel o crema.
Si quieres conseguir un look natural, deberás comenzar la aplicación en la parte superior del pómulo. Te recomendamos que sonrías para impulsar esa zona hacia arriba. Después tendrás que aplicar color en la parte que se encuentra debajo de la pupila difuminando hacia afuera. Si tu rostro es redondo, comienza también el rubor en la zona alta del pómulo y difumina a lo largo de los pómulos hasta las sientes.
En cambio, para rellenar un rostro delgado deberás aplicarte el colorete con movimientos circulares. Para suavizar una cara cuadrada, tendrás que aplicar una suave sombra de rubor en las mejillas y hacia abajo en los huecos de éstas.