Las ojeras son muy comunes en la mayoría de hombres y mujeres de todas las edades. Sin embargo, y aunque es un problema que afecta a todos, sólo las mujeres a partir de la juventud tienen la ventaja de poder ocultarlas con maquillaje, pues los hombres generalmente no se atreven a utilizar este gran recurso.
Sea por un problema hereditario o por los malos hábitos de descanso, estas imperfecciones no dejan de ser antiestéticas. Por eso, lo mejor es corregirlas e intentar ocultarlas para presentar un rostro más saludable, y precisamente para eso están los correctores.
Los correctores son ese producto cosmético que se presenta tanto en barra como en soluciones cremosas y que se aplica sobre la ojera para ocultarla milagrosamente a la vista de los demás.
La textura del corrector dependerá especialmente del tipo de piel y del color de la ojera, pues un mayor o menor nivel de hidratación o las líneas de expresión pueden influir.
Para anular el color de la ojera debemos escoger un tono opuesto a la pigmentación de la ojera, generalmente tonos beige. Algunos de ellos utilizan dentro de este margen también unos toques verdes o rosados para crear distintos efectos: con ojeras moradas debes utilizar un tono beige que se acerque más a amarillento o anaranjado, nunca con tendencias rosadas, que son mucho más recomendables para las ojeras más bien azuladas. Para las rojizas, utiliza alguno de perfil más amarillento, pero nunca utilices verdes.
Debes asegurarte de repartir bien el producto y difuminarlo para hacerlo invisible, pues en caso contrario puede marcar más los defectos y las líneas de expresión además de darte un aspecto muy artificial.
Recuerda siempre que existen correctores específicos para las distintas imperfecciones, por lo que es un error utilizar el mismo para ojeras, granitos o manchas, por ejemplo.