En general, las mujeres con el cabello muy fino suelen tener el pelo bastante lacio y sin volumen, lo que hace que a menudo no puedan presumir de melena. Además, este tipo de cabello acostumbra a ser frágil y a estropearse y romperse con facilidad. Precisamente por ello debemos tener el doble de cuidado que con cualquier otro tipo de cabello.
Si tienes este tipo de pelo ya habrás pasado por el mal trago de hacerte un peinado en un día especial y que no aguante más de 4 horas como cuando saliste de la peluquería, por lo que a menudo te arreglas el pelo a ultimísima hora, y además a base de productos que prolongan el peinado.
Si quieres cambiar tu suerte, empieza por eliminar todos los champús normales que tengas y cámbialos por otros especiales que ayuden a aumentar el grosor del pelo y a que este no se rompa con tanta facilidad. Para ello puedes comprar champús, acondicionadores y mascarillas que contengan colágeno, lecitina de soya, o queratina.
Lava tu cabello a conciencia, utilizando los productos adecuados (preferiblemente suaves) para evitar que se engrase el cuero cabelludo.
Un gran truco es, sin duda, envolverte el pelo en una toalla y dejarlo unos minutos así, luego poner tu cabeza boca abajo y masajear el cuero cabelludo e intentar quitar la cantidad de agua del pelo. Si en esta misma postura empleas el secador para quitarte la humedad, conseguirás muchísimo más volumen que con cualquier secado normal.
Si te vas a aplicar algún producto como espuma, gomina o laca, hazlo la primera vez también boca abajo y con las manos. Una vez estés en una posición normal ya podrás modificar y arreglar la forma más a tu gusto pero, de momento, ya habrás ganado mucho.
Sin embargo, ten cuidado con estos productos, pues suelen engrasar el cabello fino y darle un aspecto sucio. Para evitarlo, utiliza productos con pantenol.
Además, si te apetece cambiar de look y conseguir acentuar el efecto que quieres, puedes hacerte un corte de pelo por encima de los hombros.