Ayer volvió a ser noticia una mujer estadounidense que le regaló a su hija por navidades una liposucción, segundo regalo que le hace de este tipo ya que hace unos meses la obsequió con un aumento de pechos el día que la criatura celebraba su séptimo cumpleaños (sí, has leído bien, la niña tiene 7 años). Dicen que la mamá lleva más de 100 operaciones estéticas y su sueño es convertirse en una especie de Barbie humana…
En fin, quiero pensar que si esto ocurre en España alguien se encargaría de quitarle la custodia a esta mujer, que todo el tiempo que pasa con su hija es para enseñarle las técnicas más avanzadas de la Pole Dance. Aunque toda esta historia suene a ciencia ficción no es más que el reflejo exagerado de lo que la cirugía estética ha llegado a enganchar a infinidad de mujeres y cada vez más hombres.
Lo que en un principio fue un avance para corregir tabiques nasales desviados, mentones desproporcionados y devolver un rostro sin malformaciones a quien haya tenido un trágico accidente, se ha convertido en un arma de “destrucción masiva” de la libertad y la autoestima del ser humano. Los avances de la cirugía están a nuestra disposición para echar mano de aquéllos que te ayuden a solucionar un problema que te cause un complejo enorme, sólo para eso.
No puedes permitir que la sociedad te envuelva y quieras convertirte en una Barbie de carne y hueso y perder de este modo tu naturaleza, tus rasgos característicos, tu dignidad… Piensa que en la vida siempre hay alguien a quien le gustas tal y como eres, sólo es cuestión de tiempo que des con esa persona. Recuerda que al final lo que nos enamora es una mirada, una sonrisa… y eso nunca te lo va a proporcionar ningún bisturí, sólo tu luz interior.