A pesar de que la variedad no es exageradamente amplia, a muchas mujeres todavía nos cuesta diferenciar los diferentes tipos de polvos faciales que podemos aplicar sobre nuestro maquillaje.
Así, si bien es cierto que todas conocemos lo que es un colorete o blush, no todas sabríamos diferenciar entre las características y funciones de los polvos sueltos y los polvos compactos, por ejemplo.
En primer lugar encontramos los polvos translúcidos o sueltos, que reconocerás por su textura finísima en polvo que viene en pequeños y hondos recipientes. No tienen porqué ser transparentes, puesto que son un complemento de la base y el fondo de maquillaje y por tanto deben adaptarse al color de éste para no destacar y conseguir para la piel un aspecto suave y aterciopelado que mantendrá nuestro maquillaje durante más horas.
Los polvos compactos son los que posiblemente más mujeres utilizan, aquellos que a diferencia de los anteriores se presentan de una manera densa (no sueltos) similar a los coloretes. Son perfectos para retocar el maquillaje tras unas horas, pues dan un aspecto natural que no los hará destacar por encima del tono de la base que aplicaste. A pesar de ser compactos son muy frágiles, por lo que debes ser muy cuidadosa si no quieres quedarte sin ellos en un abrir y cerrar de ojos.
Finalmente el blush o colorete sí que es uno de nuestros aliados habituales para el efecto buena cara. Todas lo conocemos de sobra, pues nos da un toque vivo, alegre y saludable, además de poder modificar visualmente algunos rasgos de nuestro rostro. A diferencia de los dos anteriores puedes jugar mucho más con los tonos (rosados, amelocotonados, terracota…), aunque debes adecuarte siempre al color de tu piel y a la época del año en la que te encuentras para que no parezca que está fuera de lugar.
Cómo usar los polvos traslúcida