Los beneficios del barro termal


Aunque a primera vista pueda parecer un poco desagradable, lo cierto es que del barro termal se benefician huesos, circulación y células, además de cuidar la piel, combatir las arrugas y evitar el envejecimiento. Existen dos tipos de barros: el fango o el lodo y la arcilla.

Entre sus beneficios encontramos la eficacia contra las arrugas, ya que proporciona magnesio, cobre y zinc, productores de colágeno y elastina, y silicio. Estos elementos hacen que se retrase el proceso de envejecimiento de las células, revitalizándolas y fortaleciendo la tensión de la piel y de los delicados músculos de la cara.

Por otro lado, reducen la flacidez y actúan contra las estrías y celulitis, entre otros aspectos. Además, el fango elimina las impurezas y suaviza incluso las zonas más rugosas, entre las que podemos destacar las rodillas, los codos o los pies. También tiene la característica de absorber sustancias y células muertas depositadas en la epidermis, y realiza una limpieza profunda que oxigena y libera la piel de toxinas.


Uno de los fangos con más propiedades es el que proviene de los volcanes que, además, tiene múltiples aplicaciones en cosmética. Podemos destacar los que provienen del Monte Catini en Italia, que favorecen la regeneración de la epidermis, nutriéndola y aportándoles todos los oligoelementos que necesita. También destacamos los de la fuente de Tierras del Volcán en Tunuyán, Argentina, que está actualmente en reposo.

Por último queremos hablarte sobre los fangos marinos, que están compuestos por muchas clases de sedimentos, microorganismos y oligoelementos animales y vegetales. Entre sus principales propiedades se encuentra su capacidad de absorción de agua, por lo que resulta ideal en la aplicación de emplastos.

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