Hace unos meses criticábamos la imagen tan artificial que suele lucir Isabel Preysler entre cirugía estética y photoshop. En aquella ocasión podíamos ver alguna fotografía en la que era más que evidente que sin esos trucos y retoques, esta señora tiene arrugas igual que cualquier mortal. Ahora la situación va un poco más allá, porque no solo está arrugada, sino que también tiene una fealdad bastante rara.
Ayer la agencia EFE repartió una imagen de Isabel con su marido, Miguel Boyer, que acompañaba unas declaraciones del exministro sobre su recuperación tras la peligrosa intervención a la que se sometió hace poco. Sorprende ver que en esa foto, él luce mejor a sus 73 años y después de esta operación, que ella a sus 61 y dedicada por completo a la moda y la estética. Su cara no es fruto de los malos momentos ni la tensión, sino de las consecuencias de no permitir que la naturaleza siga su curso.
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