Si eres una de nuestras lectoras habituales ya conocerás los distintos tipos de polvos que podemos utilizar para embellecer nuestro rostro: Se trata de los polvos sueltos y los polvos compactos.
No obstante, es muy posible que todavía muchas de vosotras no conozcáis realmente el uso de cada uno de ellos. En esta ocasión queremos hablaros de los polvos compactos, que son los que más se asemejan por su textura y envase a los coloretes tradicionales.
Precisamente aquí está el quid de la cuestión, y es que no debemos confundir estos polvos con el blush: Los polvos compactos se utilizan especialmente para retocar el maquillaje, dejando un aspecto similar a la base que aplicaste y no buscando mostrar una piel más bronceada.
Si lo que quieres es conseguir un efecto mate en el rostro lo mejor es que utilices los polvos translúcidos (sin color), aunque si quieres reforzar la base debes escoger alguno del tono natural de tu piel recordando que éste no es igual durante todo el año.
Si quieres un look ligero lo mejor es que los apliques con una esponjita: Toma algunos polvos con ella y aplícalo con toques ligeros de manera uniforme por todo el rostro. Las áreas con más grasa de la cara como la nariz, la frente o las mejillas precisarán más producto.
No olvides aplicar estos polvos con la cara seca, pues si el rostro está húmedo podrían quedar antiestéticas manchas que dan un aspecto artificial y descuidado.
A pesar de que es un gran recurso para conseguir más duración en el maquillaje y para eliminar los brillos, los polvos también tienen sus contras, y es que a menudo hacen resaltar las arrugas y las líneas de expresión.
Escoger bien el color y aplicarlo con moderación son sin duda los mejores consejos que podemos darte para conseguir el éxito de tu maquillaje con polvos.