De todos es sabido que la mujer lleva muchos años luchando por una igualdad y unos derechos que, aunque aún falte camino, se han ido logrando en las últimas décadas. No queda tan lejos la época en la que mi abuela tenía que pedirle permiso por escrito a su padre o a su marido para retirar fondos de su propia cuenta bancaria, eso si antes se lo habían concedido para abrirla.
Además, en cuestiones de belleza y “saber estar” la mujer era un objeto decorativo que cuando acudía a un guateque, se sentaba discretamente en una silla y espera a que algún chico la sacara a bailar. Los tiempos han cambiado, afortunadamente, y ahora somos nosotras las que decidimos con quien y con quien no queremos charlar, tomar una copa, bailar o lo que surja.
Este cambio se ha notado incluso en la forma de arreglarse de las mujeres, a las que antes llamaban “fulanas” por llevar largas pestañas y carmín rojo, una técnica de maquillaje de lo más actual hoy en día, y que tú sabes lucir con clase y no permitir que nadie te quite de tu lugar.
Hoy trabajamos, conducimos, dirigimos grandes empresas… y todo eso se tiene que notar en tu estilo, en tu maquillaje, en tu carisma y en tu seguridad. Plántate delante de un espejo, maquíllate sin miedo, más allá de tu base habitual, sácale partido a tus ojos, hazte amiga de un rímel que te proporcione unas pestañas de vértigo.
Víciate de eyeliner y apúntate a tonos tan atractivos y apasionantes para dar sombra como los dorados, con brillo o nacarados, que van a ser la estrella del próximo otoño-invierno. Perfila tus labios, dales volumen y rellénalos de un color que sea verdaderamente irresistible, conviértelos en un fruto del deseo. Sacude tu melena y sal dispuesta a arrasar.