La belleza no depende solamente de tus rasgos y facciones, sino también del aspecto que proyecta tu piel. Una piel limpia, libre de impurezas, hidratada y luminosa es tan atractiva como el rostro o el cuerpo más perfecto y moldeado. Y tú puedes conseguir presumir de piel si te acostumbras a seguir los pasos del ritual de belleza perfecto. Una vez que te hayas habituado a ellos y veas los resultados, no podrás dejarlo.
En primer lugar, destacar la importancia de la limpieza. Más allá de la higiene habitual e imprescindible, existen prácticas que ayudarán a que tu piel se mantenga fresca y joven por más tiempo. Limpia tu rostro cada mañana y cada noche. Utiliza productos que contribuyan a eliminar residuos y grasa, y termina siempre con un tónico, preferiblemente equilibrante. Exfóliate tanto la cara como el cuerpo, nada mejor para la piel que la eliminación de células muertas.
Otro punto importante es el tratamiento. Existen multitud de productos cosméticos de todas las gamas y precios entre los que podrás encontrar el más adecuado para ti. Procura utilizar específicos como el contorno de ojos, ya que la piel de esa zona requiere de cuidados especiales. Asimismo, los sérums también te ayudan a mejorar el aspecto de la piel y a mantener la hidratación de la crema que pondrás posteriormente. Para el cuerpo, además de hidratarte, usa anticelulíticos, reductores, etc., todos estos productos son efectivos si los usas habitualmente.
Algo que no puedes pasar por alto es la aplicación. Recuerda que las cremas faciales siempre se aplican en movimientos ascendentes, ayudando a la piel a luchar en contra de la gravedad. En el cuerpo, si usas tratamientos específicos, debes contribuir a su eficacia con masajes, pellizqueos, palmadas, y movimientos circulares. De este modo, reactivarás el riego sanguíneo y también mejorarás su correcta absorción.