En ocasiones nos invitan a una boda y decidir el vestuario que vamos a llevar se convierte en un verdadero quebradero de cabeza. Que si a tal hora no puedes ir de largo, que tales colores están prohibidos, que si es religiosa no podrás mostrar “mucha carne”… un jaleo al que luego tienes que añadir los complementos más adecuados, la peluquería y el maquillaje. La misma incertidumbre se nos puede presentar también en otras ocasiones.
Este post de hoy lo escribo con la idea de ayudarte a despejar, como mínimo, las dudas que te surjan sobre el maquillaje, ya que veremos una técnica que es perfecta para cualquier evento. Como reza la regla básica de protocolo en estilismo, menos es más, así que por ahí partiremos para que puedas conseguir la imagen ideal con la que puedas mostrarte tan segura como favorecida. Un look con el que podrás acudir a una entrevista de trabajo, a una comida o cena de empresa, o a conocer a tus suegros y superar la prueba.
Conviene partir de un buen estado en la piel, por lo que comenzaremos limpiando el cutis y poniendo una crema hidratante. A continuación, usa una base de maquillaje fluido del mismo tono que tu escote; si tienes la piel grasa, elije uno acabado en polvo para un efecto mate, por el contrario, si tu piel es seca, usa un maquillaje hidratante para que no se cuartee con el paso de las horas. Aplica también este fluido por los párpados, de modo que cubras venas y alguna que otra imperfección.
Este toque será suficiente si lo acompañas de un delineado en negro y un toque de rímel, así evitarás utilizar sombras de colores que te pongan fuera de lugar; si quieres usar alguna, que sea totalmente neutra, dentro de los beige y marrones claritos. Para los labios, perfílalos con un lápiz que sea exactamente igual al color de la barra y luego rellénalos completamente. Por último, date un ligero toque con el colorete, esto te subirá un poquito el tono de piel y perfilará tu rostro.