¿Quién no ha tenido una piedra pómez en casa alguna vez? Sin embargo, para muchas es una total desconocida y, aunque algunas sepan a grandes rasgos para que sirve, la mayoría no tiene mucha idea de cuáles son sus propiedades y cómo hay que utilizarla.
Por eso, hoy queremos que conozcas realmente esta piedra, que es de origen volcánico y que puedes encontrarla en diferentes formas y tamaños, aunque la mayoría de veces tiene aspecto alargado o anguloso. Con el enfriamiento del magma de alta viscosidad se consigue la unión de sus componentes. La piedra pómez suele ser de color blanco y además es súper resistente: es capaz de aguantar al frío, al fuego, a la intemperie… Además, está libre de sales solubles en agua. Por otro lado, su poder abrasivo es muy bajo, lo que produce un efecto muy suave sobre la superficie trabajada.
Esta piedra se usa en muchos campos además de en cosmética, como en odontología, construcción, limpieza o moda. Sin embargo, lo que aquí nos interesa es su aplicación en cosmética. Suele usarse en cremas y aceites pero, sobre todo, es el instrumento perfecto para retirar la piel muerta de los pies, las asperezas o los callos.
Por tanto, una de las mejores herramientas para una exfoliación de los pies nada agresiva es, precisamente, la piedra pómez, que tiene una textura ideal para limpiar las superficies delicadas, incluso la planta de los pies. Para sacar el máximo provecho, lo ideal es remojar los pies en agua tibia, enjabonándolos previamente con un jabón líquido con PH neutro, y, dentro del agua, frotar con ella las zonas a tratar de los pies de forma suave y en movimientos circulares, haciendo mayor hincapié en las partes callosas o con más durezas.
Lo más recomendable es utilizar la piedra pómez unas dos o tres veces por semana, de una forma continuada en el tiempo para lograr unos pies lisos, completamente suaves y libres de impurezas.