La belleza de una mujer tiene mucho qué ver con la suerte que el reparto genético haya dado como resultado su físico, pero hay otros aspectos, como la elegancia, que supera con creces a las mujeres más bellas que carecen de ella. Ser elegante es esencial para conseguir el equilibrio perfecto cada día al arreglarte, sabiendo estar siempre acorde a tu edad, entorno, y situación personal.
Estos aspectos deben tenerse en cuenta tanto en el vestuario, como en peluquería y maquillaje; es el único modo de conseguir un resultado global que te permita destacar por tu saber estar y no por tus estridencias y falta de buen gusto. Estos factores no deben verse nunca alterados por tu buena forma física, y de no ser así, nos encontraremos mujeres adultas que están estupendas, pero que estropean su imagen por arreglarse como auténticas quinceañeras.
El vestuario no es mi terreno, así que sólo pasaré por encima para decir que una mujer elegante siempre insinúa, nunca enseña. Dicho esto, vamos con el maquillaje. Es muy importante conseguir una piel libre de grasas que nos produzcan brillos en medio de una reunión, para ello has de utilizar una crema reguladora, como tratamiento habitual, y un maquillaje acabado en polvo, cuyo efecto mate impida la aparición de dichos brillos.
La falta de brillos no lleva implícito el mostrar un cutis apagado, por lo que aportaremos luz utilizando un iluminador que le dé resplandor a nuestro rostro; en cuanto al tono de piel, siempre bajo, y se subirá posteriormente con un favorecedor colorete. Para ojos y labios, técnicas sencillas que no destaquen ningún rasgo en concreto. Así como el pelo debe alcanzar una longitud serena y lucir un color natural, que podrás obtener con unos suaves reflejos.