El maquillaje destaca en su perspectiva más visible a través de un estilo propio. Es decir, adquiere forma por medio de productos especializados, técnicas y colores que enmarcan el rostro y realzan la belleza natural de cada persona. Sin embargo, maquillarse también es un gesto de autocuidado. Cuando una persona se maquilla, se dedica tiempo a sí misma, contempla su potencial y se descubre ante el espejo con una imagen renovada. Y es que, el maquillaje también es muy creativo y permite jugar con diferentes fórmulas, combinaciones y mezclas. ¿Cómo influye el maquillaje facial en el bienestar emocional?
El maquillaje es un símbolo de creatividad y una forma de expresión
Eso no quiere decir que el bienestar interno dependa de este proceso, ni que sea imprescindible. Maquillarse es una elección personal. Y, como tal, cada persona decide cuándo y cómo quiere hacerlo. Sin embargo, así como ir a la peluquería es una rutina estética que influye directamente en el aspecto físico y produce un efecto positivo en el ánimo, el maquillaje facial también puede fortalecer la autoestima (si esta forma de autocuidado se complementa con otras rutinas y hábitos).
Los colores utilizados en el maquillaje facial influyen en el estado de ánimo
Al igual que ocurre en el mundo de la moda o la decoración, el color adquiere una gran relevancia en el ámbito del maquillaje. La importancia de los tonos seleccionados en el maquillaje facial tiene una mayor visibilidad durante la primavera, cuando se produce un punto de inflexión a nivel cromático respecto de las propuestas que predominan durante el invierno. El maquillaje primaveral da la bienvenida a looks muy naturales, pero también a otros tonos más atrevidos que producen un efecto vitamina.
El maquillaje no alimenta la autoestima y el bienestar interno cuando el proceso se alinea con la búsqueda de la perfección, sino cuando se disfruta como una forma de autocuidado.