Pregunta de nota: ¿cuál es la base de un cutis perfecto? Respuesta correcta: limpieza, hidratación, nutrición, protección y regeneración. Nunca me cansaré de repetir lo importante que es adquirir unos buenos hábitos de belleza para conseguir que tu piel tenga un tacto y un aspecto tan suave como resplandeciente. Lo que ocurre es que a veces nos invade la pereza o carecemos del tiempo adecuado, por eso lo vamos dejando y no somos capaces de habituarnos a una continuidad.
Todo sería diferente si pudieras sentir en primera persona cómo sería tu piel si le dieras todos los cuidados que necesita. Entonces notarías la gran diferencia y eso sería una motivación más que suficiente para que nunca abandonaras los tratamientos que empiezas. La mejor manera de que esto ocurra es si te animas a aprender rutinas de belleza con un profesional. Este período de aprendizaje se llama dermocosmética y se adquiere en centros especializados.
La dermocosmética consiste en la apropiada instauración de unas normas de higiene cutánea y la correcta aplicación de diferentes productos sobre la piel de un modo protocolizado. Siempre de la mano de un especialista, se hará un estudio del estado del cutis y se aplicarán in situ los productos que contengan los principios activos específicos para cada caso. Del mismo modo, también te enseñarán a trabajar con diferentes texturas y formatos, para que compruebes en tu piel los resultados que cada uno de ellos te puede otorgar.
Geles, lociones, cremas y mascarillas que corregirán los malos hábitos en pieles jóvenes o envejecidas, así como trastornos específicos como la seborrea, el acné, la cuperosis, una mala pigmentación, excesos de sequedad, etc. La finalidad es demostrarte cómo una rutina de belleza óptima y bien organizada puede devolverle a tu rostro y cuello el mejor de los aspectos, de modo que luego seas tú misma la que lleve a cabo los diversos tratamientos en tu casa y de un modo ininterrumpido.