Salta a la vista la hermosura de las mujeres japonesas, su delgadez y tono de piel les dan aspecto de fragilidad, candidez, como si se tratara de porcelana. Bien cierto es que cuentan con una herencia genética fundamental, pero ciertos hábitos y costumbres favorecen mucho lo que en ellas parece ser el secreto de la eterna juventud. Sus hábitos alimenticios son fundamentales a la hora de lucir su esbelta figura: una dieta sana a base de arroces, pescados, soja, y ese té verde que toman continuamente es su mejor aliada.
En cuanto al tono de la piel, todas tienen mucho cuidado de no exponerse al sol, lo que te asegura un tardío envejecimiento. Además, son muy constantes y cuidadosas con sus tratamientos faciales. Utilizan crema a diario, la ponen con suma dedicación, dándole toquecitos y masajes para una excelente absorción y eficacia. Todas las noches limpian el rostro con esmero. El maquillaje oriental alcanza la perfección en el arte de parecer no estar maquillada y lucir impecable. Usan todos los productos que utilizamos las occidentales, pero de un modo extremadamente natural. Después de su crema diaria, una base de maquillaje fluido prácticamente translúcido, sobre el que aplican polvos casi blancos, con los que eliminan cualquier brillo.
Usan eyeliner como único marco para sus ojos. El rímel sí que es un poco más notorio, ya que apenas tienen pestañas. Sólo usan sombras que ayuden a mantener ese aspecto de cara lavada. El perfilador lo utilizan con gran precisión, ya que no tienen mucha forma en el labio superior y se la dibujan sin exagerar, sólo manteniendo una pequeña onda. Las barras tono maquillaje le dan aspecto cuidado y natural. Completan toda esta labor con un rubor rosado que les da un aire de inocencia. Conscientes de que la frente ancha no es muy favorecedora, son partidarias de todas las variantes de flequillo. El conjunto: ideal.