La cronocosmética es un estudio llevado a cabo científicamente por el que se determina cuáles son las razones para usar cremas de día y cremas de noche. Estos estudios han demostrado que una crema puede multiplicar sus efectos dependiendo de la hora a la que se utilice, puesto que la piel tiene sus propios horarios y se va encargando de diferentes “tareas” a lo largo del día:
– Por las mañanas: la piel da prioridad a la función de defensa frente a las agresiones externas, como el frío, los rayos UV del sol y los radicales libres ocasionados por la contaminación. Por este motivo es el momento óptimo para aplicar las cremas fotoprotectoras (mínimo SPF 15) y las cremas que contengan antioxidantes como la vitamina E, el té verde y la coenzima Q10. También son adecuadas las fórmulas que refuerzan la protección natural de la piel (sérums, concentrados, etc.). Estos productos incluyen ingredientes que están presentes en el manto hidrolipídico, así como también contienen sustancias que aíslan la piel para retener el agua en el interior. Por lo contrario, durante el día no se recomienda el uso de cremas que contengan activos como el retinol y los hidroxiácidos glicólico y salicílico, porque son fotosensibles y pueden irritar la piel y provocar manchas.
– Por las noches: es cuando tiene lugar la renovación celular, esto significa que las células muertas de la superficie se cambian por otras más jóvenes. Además, también es cuando se reparan y fabrican las fibras de colágeno y elastina que le dan sostén y flexibilidad a la piel. Por ello, antes de acostarte es el momento idóneo para ponerte cremas de noche regeneradoras, antiarrugas, reafirmantes o redensificantes. Incluyen activos como el retinol, el silicio, la soja y los péptidos que aceleran la formación de las fibras elásticas de la dermis.