La base de maquillaje es uno de los cosméticos más importantes a la hora de embellecer nuestro rostro, y es que no solamente conseguirá unificar el tono de nuestro cutis sino que además será un buen aliado para disimular algunas imperfecciones así como para aportar luminosidad y color a la cara.
Sin embargo, la mayoría utilizamos este producto de una forma rápida y casi inconsciente, lo que provoca que a menudo cometamos errores como el conocido ‘efecto máscara’.
Tanto si ya lo conoces como si es la primera vez que escuchas hablar de este efecto atiende, porque te contamos dónde fallas y cómo puedes solucionar el problema de cara al futuro.
El ‘efecto máscara’ no es otra cosa que el resultado de una incorrecta aplicación de la base de maquillaje que deja a la vista una antiestética diferencia de color entre rostro y cuello, tal y como si te hubieses puesto una careta de quita y pon.
¿Por qué ocurre esto? Algunos de los motivos que crean este efecto pueden ser una mala elección del tono, la rapidez de aplicación y el poco detallismo en esta misma tarea, por ejemplo.
En el primero de los casos lo más importante es escoger bien el producto, pues es fundamental que te hagas con una base del mismo tono de tu piel (o muy similar) en función de cómo se encuentre en cada época del año. En este sentido, puede que necesites un par de tonos distintos para las temporadas de verano e invierno, por ejemplo.
Por otra parte, el maquillaje no es como una crema hidratante que puedas aplicar directamente con tus dedos sin orden ni cuidado alguno: lo mejor es utilizar una esponjita e ir repartiéndolo de forma homogénea y con suavidad por todo el rostro. Si notas que cuesta que se deslice, un buen consejo es mezclar tu base con un poco de crema hidratante o bien aplicar la misma crema sobre el rostro algunos minutos antes de ponerte manos a la obra con el maquillaje.
Una vez finalizado este paso comprueba que no existe diferencia de color alguna entre tu cara y tu cuello; si no la hay, felicidades… ¡Has superado la prueba!