Elegir la técnica de maquillaje que mejor va con cada una es algo que debemos aprender con la propia experiencia; del mismo modo es fundamental saber en qué momentos podemos decantarnos por cada uno de los elementos de los que disponemos para llevar a cabo dicha técnica. Es muy importante la precisión pero también elegir de qué acompañarla, en este sentido, el modo de maquillarte los ojos es muy importante para obtener un buen resultado.
El rabillo de los ojos es un detalle que gusta muchísimo, es muy favorecedor y además ayuda a levantar la mirada, puesto que consigue un efecto óptico impresionante, capaz de disimular un párpado algo caído. Para realizarlo con éxito es imprescindible utilizar un lápiz extremadamente afilado o, aún mejor, un eyeliner que te garantice un trazo limpio y continuado.
Conseguir un rabillo perfecto necesita de tiempo y paciencia, ya que otra barrera que hay que superar es la de conseguir que te quede exactamente igual en los 2 ojos, y no es tarea fácil. Si aún no tienes mucha práctica, conviene que te inicies con lápiz y que no uses el eyeliner hasta ser casi una experta. El grosor que elijas podrá cambiar por completo el resultado final de todo tu rostro.
A pesar de que este año viene un ojo muy natural, en mi opinión el rabillo nunca debe aparecer a solas, puesto que es una continuación del delineado de ojos, de lo contrario conseguirás un efecto bastante artificial. Conviene que siempre lo acompañes pintando el párpado inferior, de este modo evitarás que parezca un trazo añadido sin sentido. Sabrás que has conseguido un rabillo perfecto cuando éste se confunda entre tus pestañas, como si fuera una prolongación de las mismas, aportando así mayor volumen y longitud a los extremos exteriores de tu mirada.