Es posible que alguna vez hayas observado lo que alguien de tu entorno cambia cuando va sin maquillar o, incluso, dependiendo de cómo vaya maquillada. En base a esa cuestión hoy me dispongo a escribir este post, en el que trataré de demostrarte lo que una persona es capaz de hacer con el maquillaje, tanto para bien como para mal, pues las 2 fotografías que he elegido las protagoniza la misma modelo y parece que nada tiene qué ver la una con la otra.
En la primera imagen vemos un estilo de maquillaje que a mi parecer es totalmente inadecuado y extremadamente exagerado. Tomando como base una piel clara (que sí que me gusta), se empiezan a maquillar todos los rasgos ofreciéndoles un tamaño desmesurado. Unos ojos tan grandes y completamente redondos no se pueden maquillar delineando en negro un círculo completo a través de ambas rayas porque sólo consigues un efecto canica a punto de salir disparada.
Del mismo modo, cuando una boca ya es tan grande y voluminosa como ésta, jamás debe ser maquillada con unos tonos tan altos y aún menos aplicar un perfilador tan fuerte y realizando esos tramos tan gruesos y por fuera, el efecto es horrible. En cuanto al colorete, se ha aplicado de un modo en que sólo consigue dar una imagen de pepona, anulando toda sensación de forma en el rostro.
En cambio, en la segunda fotografía podemos apreciar todo lo bueno que el maquillaje puede hacer por una persona. Nos encontramos con una mujer mucho más atractiva y serena, a la que le han cambiado sus ojos saltones por una perfecta mirada felina gracias al difuminado inferior. Del mismo modo, la naturaleza de sus labios se vuelve completamente sensual al carecer de perfilado y color. Un éxito también la aplicación del colorete, que consigue afinarle mucho más la cuadratura de su rostro.