Puede que sea por falta de tiempo o de organización, pero al final es muy posible que llegue el 31 de diciembre y te queden un montón de cosas por hacer. Incluso, si pides cita en la peluquería, quizá no tengan hueco para ese día. Si quieres estar perfecta, recuerda que los nervios nos producen sudoración, que puede estropear tanto nuestro peinado como el maquillaje. Por eso, es importante que te organices bien y que dejes para última hora lo que es única y exclusivamente imprescindible.
Arreglos como manicura, depilación (tanto facial como corporal), unos rayos UVA, puedes hacerlos a lo largo de la semana. Puedes dejar el pintado de uñas para el día concreto, pero su arreglo te dura si lo haces antes. Si tienes pensado utilizar algún tipo de autobronceador, no esperes a la víspera si nunca antes lo has utilizado o si cambias de marca, te puedes llevar una sorpresa muy desagradable si te amarillea la piel o te queda a manchas. El día 31 no es para peelings.
En cuanto al peinado, si acudes a un salón profesional, ten en cuenta que si vas a ir de recogido, no estaría de más que fueras la víspera para hacerte el lavado y peinado, sobretodo si lo vas a alisar. Al día siguiente sólo tendrán que realizarte el peinado final y tu pelo estará igual de limpio, además, las horquillas resbalan mucho menos y eso te garantiza que te dure toda la noche perfecto. Si no tienes tiempo para ir ese mismo día y tienes el pelo largo o semilargo, piensa que lo último en peinados son los torsades y las trenzas de raíz, bien a modo de diadema o recogiendo tan sólo un lateral. En cualquier caso, es muy práctico porque aguanta varios días y sólo tendrás que ocuparte de retocar la melena.