A menudo considerado como un elemento secundario del maquillaje para algunas mujeres, el colorete es uno de los grandes aliados para destacar los rasgos de nuestro rostro, para endulzarlo y para hacer que luzca un aspecto más saludable.
Para conseguirlo debes dar con tu rubor ideal, pues las formas del rostro, el tipo de piel o el color de tu tez determinarán los mejores productos a utilizar y también la forma en que lo aplicas.
¿Quieres conocer algunas de sus claves?
Comencemos por las texturas a escoger, porque en realidad tienes la posibilidad de hacerte con coloretes en crema o en polvo: los primeros son resistentes al agua y a la transpiración, por lo que es ideal para el verano. No obstante, la textura en polvo es más común puesto que resulta más fácil de aplicar y consigue mejores resultados.
Aunque hay otros elementos que pueden influir en tu decisión, el color de tu cutis será determinante para encontrar aquellos tonos que mejor te sientan:
– Piel clara: tonos rosas (de distintas intensidades según gustos) y amelocotonados, pero jamás aquellos marrones y naranjas recomendados para el tipo de piel completamente opuesto.
– Piel morena: Sombras marrones ligeramente más oscuras que el tono de la piel; también puedes utilizar polvos bronceadores que te sentarán especialmente bien durante el verano.
– Piel rosada: Los tonos borgoña y burdeos son ideales para subir un poco el tono de tus mejillas evitando la monotonía de los rosas y el artificial efecto de los marrones sobre tu piel.
Una vez escogido el producto debes aprender cómo aplicarlo. Aunque la forma correcta y general sería aplicarlo en el hueso de la mejilla y luego difuminarlo, puede que cada persona quiera aplicarlo para modificar algunos rasgos que no le gustan en función de su tipo de rostro.