El estilismo de Charlene Wittstock en su boda


La semana pasada un diario de gran tirada francés daba la noticia de que la exnadadora Charlene Wittstock intentaba volver a su país sin pasar por la vicaría con el príncipe Alberto de Mónaco, rumores que se desmintieron en comunicado oficial. Finalmente, los monegascos pudieron disfrutar, después de más de medio siglo, de la boda de un príncipe reinante. El viernes, 1 de julio, tuvo lugar la ceremonia civil, un concierto a cargo de los Eagles y diversos eventos conmemorativos. El sábado día 2, Mónaco vivió el enlace religioso, el considerado por todos como el día de la boda.

Para esta ocasión, Charlene lució un vestido de satén blanco con enorme cola y cuello barco, diseño de su íntimo amigo Armani, dando una imagen muy alejada de aquél otro que en su día lució la fallecida Grace Kelly, y con quien las comparaciones son inevitables. En cuanto al maquillaje y peinado, que es lo que nos ocupa, diré que no sé si es debido a los numerosos eventos previos a la boda, o a los rumores de fuga, pero sólo puedo decir que vi a una novia con un rostro que delataba un enorme cansancio. Su aspecto no era para nada el radiante que todos esperamos para una ocasión de tal envergadura.

La idea es la de un maquillaje natural, algo que es tendencia, pero en este caso se le aplicó un producto extremadamente seco, quizá para evitar brillos, pero lo que lograron fue señalar mucho más las arrugas y líneas de expresión que tiene la novia, aparte de dar una imagen de un rostro muy apagado. El toque de color, lo aportaba el grosella en sus labios, una subida de tono que acertó a dar un poco de alegría al conjunto. Un sencillo moño bajo, con raya al lado, y recogido con un broche de diamantes, completaba la imagen de una novia que no lució ni una joya.

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