Aunque a veces no le damos la importancia que merece, la piel es uno de los tesoros más preciados de cualquier persona. Precisamente por eso saber cómo cuidarlo cada momento del día es esencial para mantenerla siempre hermosa a la vez que protegida.
De este modo, y como todavía hacemos muchas de nosotras, resulta un error creer que lo mismo da utilizar una hidratante de día que una de noche en cualquier momento. Si quieres comenzar a entender el por qué de las diferencias y saber cuál es el protocolo en cada momento presta atención a lo que te contamos.
Mañana: Se supone que venimos de una piel libre de maquillaje de la noche anterior, por lo que tras lavar el rostro con agua fresca lo mejor es utilizar una crema de día adaptada a las características y necesidades específicas de tu piel (normal, mixta, grasa, seca…). Es también estrictamente necesario que utilices cremas hidratantes o maquillajes con una mínima protección solar, y es que a diferencia de lo que estamos acostumbradas a pensar el sol también puede resultar perjudicial para la piel durante el invierno.
Tarde: Tras volver del trabajo o del centro de estudios y si no pretendes volver a salir de casa no esperes más para desmaquillar tu rostro. De este modo no solamente darás un respiro a tu piel de los cosméticos sino que además evitarás que más tarde te dé pereza desmaquillarte.
Noche: Estas horas de descanso del cuerpo no lo son para la piel, que encuentra en el este momento el ideal para regenerarse. En este sentido también durante la noche los productos pueden actuar con mucha más intensidad en tanto que la barrera natural del cutis suele estar más receptiva a la absorción de ingredientes.
Eso sí, no olvides que previamente al uso de las cremas debes tener tu cutis perfectamente limpio y libre de otros productos, de suciedad y de impurezas acumuladas durante el día.